Como una ola…

Photo by Emiliano Arano on Pexels.com

(Apuntes para la clase)

El cuerpo astral puede expresarse como una ola…

Como una ola que se cierne sobre nosotros, llega y arroja toda su furia arrastrando pensamientos, valores,

Más bien poniéndolos a su servicio. La mente se ve conducida, desbordaba, activada para poner orden según los mandatos que dicta dicha emoción. Una emoción que se revuelve en el estómago y en el vientre y en el corazón. Pongamos por caso los celos. Al sentir los celos, la mente se pone en marcha y busca hipótesis, razonamientos del por qué sí o por qué no. Escudriña en las memorias del pasado buscando las pistas que confirmen o anulen esas sensaciones que se convierten en tormentas en donde la mente y la conciencia pueden naufragar.

El astral extrae la energía del cuerpo etérico y se alimenta de él, consumiendo su energía hasta enfermar si es preciso. Si la corriente es positiva, se energetiza, volviendo el cuerpo invencible a las enfermedades, al desgaste o al cansancio.

Aquí radica la principal trampa de las emociones, en el devaneo del ir y venir, de la buena o la mala racha, en que condiciona de forma contundente a la mente, transportándola a los extremos. La mente se vuelve pequeñita, frágil, huidiza en su razonamiento, la conciencia puede que no oiga el «no te conviene» y después se arrepienta en lo dicho o hecho.

La ola de las emociones se lo llevaron por delante.

En una discusión acalorada, la mente ya sólo hace caso del deseo -otra emoción- del ganar, del quedar por encima, del tener la razón, no de haber razonado sobre lo que se discute.

Es dejarse llevar por el deseo cuando sabemos que no es lo que toca. Alude nuestra mente a una especie de magia infantil que nos persuade y convence de que lo que tenemos que hacer es lo que nos place, no lo que realmente tendríamos que hacer.

La emoción arrastra y pervierte el sentido de la realidad, elevando a los altares detalles o pobres razones que alimentan nuestro ego, nuestro deseo de ser de una forma total y absoluta sin para a pensar qué sucede.

La emoción se convierte en un acelerador del tiempo en que suceden las circunstancias que llevan fácilmente de lo blanco a lo oscuro, de la cima a la profundidad, de lo bueno a lo malo. Ahí radica una de sus principales esencias, el poder volverte loco. Para ello, el separar la mente de las emociones es una tarea sorprendentemente importante.

Ese tiempo es el que provoca que algo agradable que dure mucho parezca que pase rápido y que algo desagradable y breve parezca eterno.

En la educación generalmente se aprende a reprimir las emociones, no a identificarlas, ponerlas nombre y aprender a manejarlas. En Educación Infantil, hasta los 5 años sí que se empieza a trabajar. Más tarde, solamente te escucharán y te aconsejarán con un poco de suerte. Los biorritmos de cada persona van a ser muy importantes para poder facilitar o dificultar dicho trabajo emocional.

Es en la adolescencia donde el estallido hormonal lleva a los recién nacidos adolescentes al impulso irrefrenable de lo que manda el grupo.

Si podemos utilizar esa ola a nuestro favor, podemos facilitar el aprendizaje, la creación artística, la investigación, la acción correcta y transformadora.

En el baile de las emociones, con sus locuras, y de la mente, con sus conjeturas, se establece la salud mental a priori.

¿Cómo establecer ese baile?

Published by

Deja un comentario