
Cuestiones comunicativas a tener
en cuenta en una mentoría
¿Cómo llevar a cabo una mentoría?
Es una figura educativa que no tiene por qué tener relación de forma obligada con la familia. En muchos casos, la persona acompañada va a ser un adolescente o una persona con muchos problemas en la vida.
Os dejo algunos consejos y observaciones a nivel comunicativo de cómo llevar a cabo una mentoría.
En general, es recomendable quedar en lugares neutros, es decir, al aire libre, caminando, en una terraza en un bar, en lugares públicos donde se pueda llevar una conversación privada. Una duración entre 20 y 45 minutos estaría bien para poder llevarla a cabo, así como una frecuencia quincenal. Las dos personas se tienen que sentir cómodas tanto por el lugar como por el horario concertado.
En nuestras conversaciones, la idea es aconsejar muy poco o nada. En general, las personas que acuden a una mentoría ya han pasado por muchas personas que las han aconsejado, criticado, reñido, obligado o castigado, ya sea por su familia -padres-, ya sea institucionalmente.
Escucha sin crítica. Para crear un ambiente agradable, el mentor necesita escuchar más que hablar. Dejar que la persona explique y cuente su historia. Para ello, nos interesamos por ella, preguntando por detalles, mostrando fascinación por los hechos. No es preciso decir que algo está mal o se está equivocando, pese a las emociones que nos surjan como mentores. Esta actitud de escucha activa puede ser complicada para muchas personas que quieren «ayudar» ante todo imponiendo su criterio. Si creemos que la conducta que nos explican es inadecuada o totalmente inaceptable, podemos decir que «Eso yo no lo haría nunca», lo cual no juzga a nuestro interlocutor y nos posiciona como mentores.
Explicar anécdotas que sepamos, ejemplos, pequeños relatos o cuentos, algunas vivencias propias -reales o adaptadas- pueden ser los mejores instrumentos para dar nuestra opinión y expresar que hay otras maneras de reaccionar y enfocar la vida. Si el relato resulta incómodo, podemos pedir que esa parte o esos detalles que no nos los explique.
Puede ser que se creen silencios incómodos. No pasa nada. Es preciso aceptarlos. Podemos romperlos hablando de temas generales, desde el tiempo hasta el fútbol pasando por el trabajo o la economía. Sin embargo, esos silencios suelen ser la antesala de conversaciones más profundas y emocionales, en donde la persona puede expresar sentimientos más personales.
Vuelvo a insistir en la idea de que no podemos involucrarnos en los problemas, incluso aunque nos lo pida en forma de favor o ayuda la persona a la que acompañamos. Nuestra función es acompañar en la conversación y diálogo, no ir a hablar directamente con los padres del adolescente para que le dejen salir el sábado, por poner un ejemplo.
