Claves para decidir si voy o no al psicólogo/a.

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«Son las tres y media de la mañana. Me levanto con la sensación de haber vivido esta escena muchas veces. El insomnio me acompaña desde hace tiempo. Agotador. Me dirijo a la cocina a beber un vaso de agua, vuelvo a la habitación. Intento realizar algo de estiramientos, relajación o de meditación. Me siento demasiado cansado para hacer nada y demasiado despierto para volverme a dormir. Una inquietud, una especie de nervio interno aparece en mi vientre. Lo identifico como el miedo a no volver a dormirme otra vez. Lo leí en Internet, donde decían que suele haber más miedo a no coger el sueño que propiamente dificultades para dormir. Acaso sea lo mismo. La intuición me dice que la causa es el estrés. Mi alocado análisis igual es correcto pero no ayuda a encontrar la solución. No estoy seguro de ir a un psicólogo a que me ayude, quizás sí.»

Cuándo empezar una terapia es una pregunta que muchas personas se pueden hacer y que no tiene una respuesta clara.

El protagonista de nuestra historia pasa por un momento algo desesperante, el despertarse más de una vez por la noche y no poder conciliar el sueño. Además, parece tener la causa -el estrés que vive durante el día- y, por tanto, su posible solución, disminuir el estrés.

¿Necesito un psicólogo/a?

Es posible que a esta persona le cueste disminuir el estrés puesto que se siente muy cansado durante el día por la falta de sueño. Ese cansancio forma parte del estrés. Y así se debate su mente entre idas y venidas, entre hipótesis a medio concretar y consejos de amigos y familiares, entre lecturas de qué hacer o qué evitar. Su pensamiento se convierte en algo circular.

En el mito griego de Sísifo, éste es condenado a subir a una montaña una gran roca redonda. Una vez allí, la deja caer hasta volver a empezar. Los mitos desnudan la realidad por medio de leyendas y relatos donde nos reflejamos. Parece ser que Sísifo tuvo este castigo hasta la eternidad. El protagonista de nuestra historia sin embargo busca soluciones cansado del sufrimiento nocturno.

Para mucha gente ir a un especialista en emociones y comportamiento puede representar un fracaso. Hay un interés y un deseo en solucionar las cosas por nosotros mismos. Si pedimos ayuda, nos sentimos fracasados.

No estamos obligados a saber cómo

solucionar todos los problemas que la vida nos plantea.

Muchas veces pongo el siguiente ejemplo. Si tengo un grifo o una cañería de agua que me está dando problemas, llamo a un especialista para que lo arregle. Los problemas psicológicos pueden ser mucho más complicado que un tubo que gotea.

En el caso que nos ocupa, el insomnio, las pastillas pueden poner un parche donde, tarde o temprano, aparecerá el descosido. Los psicofármacos son obligados en muchas ocasiones. En otras, pueden ayudar temporalmente pero no resuelven el problema, la persona tiene un papel pasivo al tomar pastillas. Al cabo del tiempo, si no hay cambios en las actitudes y creencias, el tema queda por resolver.

Todo el mundo pasa por nudos, por etapas vitales en las que la vida nos pone en jaque, nos pide el 100% de nosotros. Y, como he comentado más arriba, no estamos obligados a conocer qué debemos hacer. Podemos obviar los problemas, hacer ver que no existen o taparlos con medicamentos. Podemos seguir consejos a ver si acierto o leer libros o ver vídeos sobre el tema.

Generalmente las personas tendemos a buscar nuestras propias soluciones, a ser autosuficientes.

«Ya se pasará». La mayoría de veces es así. Encontramos la solución o, al menos, reencontramos el equilibrio perdido. Otras veces no. Aguantamos hasta que se llega a un límite.

La figura del psicólogo, terapeuta o coach es habitual hoy en día. Si dudas en ir o no ir, ten en cuenta estas orientaciones:

1.- Una primera pauta sería el poder ir a un psicoterapeuta y que nos dé su opinión respecto si es necesario o no iniciar una terapia o un acompañamiento. Consultar hasta qué punto es normal o no y si hay que poner remedio.

Una cosa es tener un mal día. Otro tema es cada día sea un mal día.

2.- Otro elemento a valorar es el nivel de ansiedad, de tristeza, de pensamientos intrusivos o o de cualquier elemento psicológico que nos afecte demasiado tiempo. A mayor frecuencia, mayor necesidad de ayuda. ¿Cada cuánto sufres esa situación?

3.- Quizás el problema no se presenta muy a menudo (una o dos veces al mes, por ejemplo) pero cuando lo hace aparece de forma muy intensa y disruptiva, inhabilitando totalmente a la persona. Puede que tengamos identificados los posibles detonantes de esta crisis. Puede que dichas crisis nos controlen a nosotros. Esa sería una buena razón para intentar superarla con una terapia.

4.- Hay casos en que la persona no cree o no se ha planteado nunca una terapia. Sin embargo sus amistades o determinados profesionales (el fisioterapeuta, el médico de cabecera, etc.) se lo han comentado, aquello de «te iría bien que este tema lo hablaras con un terapeuta».

No por saber o intuir la causa tenemos el control o la solución al problema.

Un profesional nos ayuda a identificar y canalizar problemas que por nosotros mismos no podemos resolver, por muy obvios o sencillos que puedan parecer desde fuera. Hay ocasiones en que evitemos afrontar esa situación, nos escondemos de ella. En otras, nos acostumbramos al sufrir y vamos tirando alargando el problema y aumentando su intensidad.

Las adicciones merecen especial atención en este sentido. La negación de una adicción forma parte del problema global y su aceptación es el primer paso a realizar para la superación de dicha adicción.

Somos especialistas en engañarnos a nosotros mismos.

5.- El sentido común falla en muchas ocasiones. Nuestro mundo subjetivo, lo que pensamos y sentimos, toda esta amalgama de pensamientos que llevamos a todas partes, puede que no esté bien organizada ocasionando un caos mental del que no todo el mundo escapa fácilmente. No soy capaz de priorizar, plantificar o dosificar esos pensamientos, a su vez empapados de determinados sentimientos negativos que alimentan a todo el sistema. Si es así, un psicólogo/a te puede ayudar.

6.- Hay momentos en que la terapia es obligada. Cuando no hay duda alguna sobre la consulta con un profesional, la ansiedad y la depresión son de los dos puntales a los que se enfrentan hoy en día muchos de los profesionales de la salud mental. Problemas con la comida, con el dormir, de pareja que no se resuelven, ataques de pánico, son algunos de los temas más habituales.

7.- Actualmente la cantidad y variedad de los terapeutas que nos pueden ayudar son muchas. Hoy en día hay especializaciones dentro del campo de la psicología que también nos ayudan a poder escoger el psicólogo/a conveniente.

8.- Es posible, igual que pasa con la medicina, que el primer profesional que encontremos no sea el adecuado. No caigamos en la trampa de «una vez fui al psicólogo y no me convenció en absoluto». Muy posiblemente no era el profesional que convenía en ese momento y es importante seguir buscando para encontrar aquella persona con la que me sienta seguro/a y a gusto, en donde vea que hay una evolución y un crecimiento. Un/a terapeuta puede ir maravillosamente bien a una persona y, en cambio, no funcionar con otra.

Hay terapias basadas en el comportamiento observable, terapias breves, terapias familiares, de indagación en el pasado de la persona, en su infancia, basadas en el cuerpo, etc. La elección del profesional viene dado principalmente por las impresiones que recibes y lo cómodo que te sientas abriendo tu corazón y tus vivencias a dicho profesional.

Si piensas que necesitas ayuda, no lo dudes.

Buscar ayuda psicológica es un acto de valentía y de amor propio.

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Una respuesta a “¿Cuándo hacer una psicoterapia?”

  1. 🙏🙏🙏♥️

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